La iglesia de Karol Wojtyla
A partir del siglo XVIII los católicos constituyeron el grupo cristiano más numeroso en relación con los protestantes y los cristianos ortodoxos, a la vez que el más organizado en torno a la figura de su director espiritual: el Papa. La mesa redonda, La Iglesia de Karol Wojtila, en la que participaron el Dr. D. Juan José Tamayo, profesor de la Universidad Carlos III de Madrid y el Dr. D. Joseba Louzao, profesor del Centro Universitario Cardenal Cisneros (UAH), intentó analizar la figura de ese director espiritual en la persona de Juan Pablo II.
Los conferenciantes expusieron como los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial produjeron unas circunstancias que llevaron al florecimiento de la religiosidad en el seno de las sociedades europeas occidentales y en Estados Unidos. Después del sufrimiento padecido, la religión ofreció a muchas personas un refugio. Este alivio fue proporcionado no sólo por las religiones oficiales, sino también por nuevos grupos religiosos. La iglesia católica trató de contrarrestar este suceso subrayando el contenido social del evangelio. A finales de los años cincuenta se veía necesario un compromiso de la iglesia con las realidades que estaban imponien

do las nuevas formas de organización social. Además, era necesario afianzar el diálogo entre los distintos grupos cristianos y llevar a cabo una adaptación de la iglesia a las situaciones creadas en los diferentes países africanos y asiáticos inmersos en pleno proceso de descolonización.
El Papa Juan XXIII fue quien tomo la iniciativa de convocar un concilio ecuménico. Su pontificado fue breve (1958-1963), pero tuvo una preocupación importante por el problema social. Este Papa realizó la convocatoria del Concilio Vaticano II en 1961, donde asistieron 3.000 obispos y 85 embajadores de diferentes países. Juan XXIII falleció cuando se preparaba la segunda sesión del Concilio, que fue continuado por su sucesor, Juan Pablo I, hasta su clausura en diciembre de 1965. Las deliberaciones del concilio se plasmaron en diecisiete documentos entre los que destaca la construcción pastoral Lumen Gentium sobre la organización de la iglesia y la Gaudium et Spes acerca del ecumenismo de la iglesia. Además de esta labor conciliar, Pablo VI continuó y alentó el diálogo con el mundo moderno a la vez que velaba por la pureza de la doctrina católica.
Tras el breve pontificado de Juan Pablo I, 33 días, le sucedió, en octubre de 1978, el cardenal polaco Karol Wojtyla. Tras haber sido obispo auxiliar desde 1958 y arzobispo de Cracovia desde 1962, se convirtió en el primer Papa polaco, y en el primero no italiano desde 1553. Su pontificado duró cerca de 27 años, por lo que se convirtió en uno de los más largos de la historia de la iglesia católica. Tomó el nombre de Juan Pablo II en un deseo de continuar las líneas de sus predecesores que fueron trazadas en el Concilio Vaticano II. Desde el comienzo de su pontificado, Juan Pablo II realizó 98 viajes pastorales fuera de Italia, y 142 dentro de este país. Además, como obispo de Roma visitó 301 de las 334 parroquias romanas. Entre sus documentos principales se incluyen 13 encíclicas, 13 exhortaciones apostólicas, 11 constituciones apostólicas y 42 cartas apostólicas.
Los conferenciantes hicieron especial hincapié en que Juan Pablo II fue uno de los líderes más influyentes del siglo XX. Especialmente destacaron dos características de este personaje: por un lado, el anticomunismo. Juan Pablo II jugó un papel decisivo para poner fin al comunismo a través de la alianza con el neoliberalismo de Margaret Thacher y de Ronald Reagan. Llegados a este punto de la conferencia, Juan José Tamayo expuso una de las visitas que hizo Wojtyla a su país en junio de 1979: en la plaza donde el régimen comunista celebraba grandes manifestaciones, dejó claro que no se podía suprimir a cristo de la historia de las sociedades. Por lo que ambos conferenciantes estuvieron de acuerdo en que fue un personaje importante para el fin del comunismo en su Polonia natal y, finalmente, en toda Europa.
Por otro lado, el movimiento de la Teología de la Liberación, la cual surgió tras el Concilio a través de la acción de una serie de teólogos que consideraban que la tradición aceptada hasta entonces ya no era suficiente para dar respuesta a las necesidades de liberación de los seres humanos, en especial los más pobres y de las víctimas de la opresión y de la injusticia en los países de Latinoamérica, donde nació el movimiento, y en otros del tercer mundo. El Papa no dio importancia suficiente a este movimiento. Los conferenciantes expusieron el ejemplo del arzobispo del Salvador, Oscar Arnulfo Romero, quien le entregó numerosos informes a Juan Pablo sobre las masacres que se llevaban a cabo diariamente por la dictadura salvadoreña. Sin embargo, Juan Pablo II le comunicó que debía entenderse con el gobierno, pues la iglesia no debía estar enfrentada a cualquier autoridad. Finalmente, Romero siguió su “lucha” a favor del pueblo salvadoreño, por lo que fue asesinado a manos de un francotirador mientras daba misa en la Capilla del Hospital de la Divina Providencia en la Colonia Miramonte de San Salvador.
Entre los hechos más notorios de su pontificado destacó el intento de asesinato que sufrió mientras saludaba a los fieles en la Plaza de San Pedro. Su deterioro físico se fue incrementando hasta su fallecimiento el 2 de abril de 2005. Joseph Aloisius Ratzinger fue el sucesor de Juan Pablo II, denominándose Benedicto XVI.