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La Idea de España: del Frente Popular al Exilio


La mesa redonda, La idea de España: del Frente Popular al Exilio, formada por D. Jorge de Hoyos y D. Julio Gil Pecharromán, profesores de la UNED, tuvo como epicentro la estructuración del Estado durante la Segunda República y más concretamente en el período del Frente Popular.

En primer lugar, los conferenciantes abordaron el Pacto de San Sebastián. En la primavera y verano de 193º se multiplicaron las manifestaciones y las huelgas. El 17 de agosto se reunieron en la capital guipuzcoana bajo la presidencia de Fernando de Sasiaín, dirigente de Unión Republicana, los representantes de la misma: Azaña Y Lerroux por Alianza Republicana; Domingo, Albornoz y Galán por el Partido Republicano Radical Socialista y Alcalá Zamora y Maura por la Derecha Liberal Republicana, mas diferentes regionalistas. A título de independientes estuvieron Felipe Sánchez Román, Eduardo Ortega y Gasset e Indalecio Prieto. Hay que señalar que los nacionalismos vascos estuvieron ausentes. Los asistentes acordaron la creación de un Comité Revolucionario. Entre los acuerdos se aceptó atender las reivindicaciones de autonomía regional de los catalanistas tras la proclamación de la República. Sin embargo, el Pacto no se pronunciaba sobre la futura estructura federal o unitaria del Estado republicano, lo que acarrearía muchos problemas.

Tras la proclamación de la República y para la configuración de Constitución de 1931, la más democrática que tuvo España en toda la historia, las discusiones sobre la organización del Estado aumentaron. La derecha defendía el centralismo, mientras que los federales y los catalanistas apostaban por el modelo federalista puro. Los restantes grupos republicanos eran partidarios, en mayor o menor medida por un sistema federal, pero el auge nacionalista que se estaba viviendo en algunas regiones como Cataluña, les hizo moderar sus posiciones. Así, mediante un acuerdo entre el PSOE y Alianza Republicana se llegó al concepto de “Estado Integral”, que proponía un Estado, que no fuera centralista ni federal, pero si compatible con la autonomía de los municipios y de las regiones. Abría el camino al régimen autonómico, con un autogobierno limitado para aquellas regiones que lo solicitasen. Sin embargo, los conferenciantes remarcaron que el verdadero debate fue la discusión del Título I de la Constitución, que trataba sobre la “Organización nacional”, y que se refería a las autonomías regionales.

Los parlamentarios se enfrentaron a un hecho consumado. Según un acuerdo entre el Gobierno Provisional y el autoproclamado Gobierno catalán, una comisión presidida por los juristas Pere Corominas y Jaume Carner había redactado en el valle de Nuria (Gerona) un proyecto de Estatuto regional con bases federalistas, que declaraba Cataluña “Estado Autonómico dentro de la República española” y le otorgaba un amplio autogobierno. Además este proyecto había sido aprobado en referéndum el 6 de agosto de una forma amplia. El llamado Estatuto de Nuria fue entregado a Alcalá Zamora para elevarlo a las Cortes. Esta actuación animó a otras regiones a iniciar procesos similares. Así, el 14 de junio, representantes de la mayoría de ayuntamientos del País Vasco y Navarra, aprobaron un proyecto de Estatuto de autonomía antidemocrático y anticatólico. Por lo que en 1932 Cataluña aprobó su estatuto de Autonomía, después de matizar ciertos aspectos. El Estatuto del País Vasco no fue posible hasta 1936, ya que en un primer momento no hubo acuerdo.

En noviembre de 1933, las elecciones a Cortes acabaron con el predominio parlamentario de la izquierda y la coalición de centro derecha que gobernó el segundo bienio estaba integrada por fuerzas contrarias al desarrollo del estado Integral o Autonómico.

Llegados a este punto, los conferenciantes expusieron que los hechos de octubre de 1934 provocaron la alianza de la izquierda para derrotar en las urnas a la coalición centro derecha. La consecuente victoria del Frente Popular propició la tramitación del Estatuto vasco, que formaba parte de su programa. Su aprobación tuvo que esperar a octubre en plena guerra civil. En Galicia, la victoria del Frente Popular permitió hacer un referéndum el 28 de junio, en el que el resultado fue abrumador con un 99% de síes. Sin embargo, el 15 de julio se entregó el texto del estatuto al Presidente de la República para su envío a las Cortes como anteproyecto, pero 48 horas después se producía el golpe militar y Galicia, controlada por los sublevados, quedaba al margen del proceso autonómico.

Además de éstas, la victoria del Frente popular supuso un impulso para la tramitación de estatutos en otras regiones: Valencia, Aragón, Andalucía…. Fue el antecedente de lo que sucedería en España durante la Transición. Así que a finales de la primavera de 1936, la nueva vertebración de España en un “Estado integrado por regiones autónomas”, igualitariamente descentralizado conforme a la formula orteguiana de “café para todos” avanzaba rápidamente y sólo se vería retrasada por el triunfo en la Guerra Civil de las fuerzas partidarias del estado unitario y centrista.

Por último, los profesores hicieron hincapié en que las discusiones sobre la organización del Estado que se dieron durante la Segunda República continuaron con estos mismos grupos en el exilio.

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